“Unirse para lograr la conservación del agua“, de esa manera Pablo Lloret resume en pocas palabras su concepción sobre Gestión Integrada de Recursos Hídricos (GIRH); él dirige una de las más exitosas experiencias que en América Latina se ejecutan en torno al manejo del agua y al pago por servicios ambientales: el Fondo para la Protección del Agua (FONAG) en Quito, Ecuador.

Esta ciudad con una población superior a los dos millones de habitantes y ubicada a casi tres mil metros sobre el nivel del mar constituye un complejo escenario que además suma elementos como las 5000 concesiones o derechos de uso de agua otorgados a los distintos actores de la cuenca abastecedora. En los años ochenta la posibilidad de provisión por gravedad se agotó, obligando a ensayar mecanismos sustitutivos como los trasvases, los que además de acarrear la posibilidad de riesgos ambientales implican enormes gastos en obras de infraestructura. En este contexto se constituyó el Fondo, con la figura de una fiducia que garantiza un flujo de recursos que permite pagar a aquellos agricultores y propietarios de tierras que en la parte alta de la cuenca aseguran y protegen las fuentes hídricas. También se han planeado y ejecutan labores de educación ambiental, reforestación y promoción de agricultura sustentable. 

“Una cualidad sobresaliente de este mecanismo es su perdurabilidad” indica con razón LLoret; en una región sujeta a los embates de la inestabilidad política la seguridad de que un proceso esté financiado por un periodo de ochenta años constituye un logro digno de resaltar. Otra característica  significativa constituye el hecho de que quienes pagan por la conservación del recurso, alimentando el Fondo, son los mismos usuarios a través de sus planillas de consumo de agua y energía; esta situación está sustenda además por una ordenanza municipal pionera en el Ecuador. Tres urbes andinas de este país se encuentran replicando esta experiencia: Cuenca, Loja y Ambato; y, en América Latina otras cuatro ciudades: Santo Domingo, Bogotá, Cali y Santa Cruz.

“Pequeños regantes, agua potable, hidroenergía, industria, sector ambiental, sector agroindustrial, lo público, lo privado; todos en conjunto hacia una mejor gestión del agua en algo que va más allá que únicamente ponerse de acuerdo” subraya el director del FONAG al referirse a la concepción de la GIRH; enfatiza con convicción: “manejar el agua es un proceso que conlleva participación, democracia, rendición de cuentas y ética; que finalmente es tan valioso por su resultado (asegurar la provisión hídrica) como por todas las implicaciones y relaciones que se generan en su ejecución".

Written by Efrén Icaza and Veronica Moreno